En El Pais De Las Zankadillas

lunes, febrero 26, 2007

Hechos Reales

Por supuesto era sábado, estaba nublado y el pronostiko del tiempo había dicho ke estaría así el resto de la semana o kiza del mes, del año; no había manera de saberlo kon exactitud, de modo que estabamos kondenados todos a la incertidumbre mientras las nubes, arriba, amenazaban agua.
Andar por la kalle buskando donde meterme, algún lugar de kolor verde kon rios kon los ke soñe estar todo el año y tb para ahuyentar a la resaka de ayer, persistente komo el invitado de un karrete ke nunka sabe kuando es bastante. nuna apareció ese lugar verde, por lo ke no me kedo otra ke meterme en una kabina y markar un teléfono ke sonó cinko veces hasta que saltó el kontestador para no dejar mensaje, para kedarme allí un momento, sola, kieta, pensando que todo estaba favorablemente en mi kontra. A través de los kristales de la kabina la gente me pareció estúpida mientras kaminaba y kreí que me podría kedar allí hasta que se me pasase, hasta que a la humanidad se le pasase. No lo hice, al final, porke una vieja con lentes y bufanda estaba esperando para hacer su llamada y toko en el kristal kon la urgencia inskrita en sus ojos.
Salir de nuevo al mundo y kontinuar kaminando. Oír la kabeza latir dentro del kráneo y arrastar las piernas komo kolumnas de mármol. Akordarme del karrete y del alkohol y de alguien que se kejó porke no había más de algo.
Al doblar una eskina un tipo me paró y me dijo algo en voz alta, entregándome un panfleto rojo con letras negras:
"NO ESkONDAS LA kABEZA kOMO EL AVESTRUZ: TUS HERMANOS DE SOMALIA NECESITAN AYUDA."
Me miró a los ojos, esperando alguna respuesta korrekta ke yo no tenía porke como toda buena astronauta sabía, y aún ahora lo sé, ke sólo desde la Luna el mundo presenta una apariencia más agradable.
Seguir andando, kontar treinta y dos pasos, arrugar el papel y tirarlo al suelo. ke chucha me importaba en ese momento, un panfleto. Las nubes se apelmazaban en lo alto y no había indicio alguno de lluvia por ningún lado. Nubes sin agua y vida sin tregua, eso era todo akel día, komo tantos otros, ningún otro.
Por eso seguir mi kamino para dirigirme a ese lugar que en algún lado estaba, ke seguro tenía que estar. Pero el kansancio y las kanciones korta venas se me pegaban en los oídos, porke tampoco estaba el (algun el)

 
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